miércoles, 11 de febrero de 2009

Palabras del Profesor Héctor Darío Jaime

A María Elena Pérez Petre.... quien debió corregir estos manuscritos.

A Edgardo Barrera...quien fue forjador y protagonista de la historia grande de esta Escuela.



Debo decir...

“... Muchas veces tembló mi mano y tú lector, sentirás conmigo la emoción que suelen traer los recuerdos, dejarás de leer un instante, entrecerrarás los ojos y te lanzarás a un vuelo fantástico, echando a andar hacia el ayer tuyo y mío...”
Profesor Humberto Vico.
Historia de Gualeguay. Tomo II.


Sentimiento. Emoción. Pasión. Estos primeros 100 años de nuestra Escuela encierran algo de ellos. O tal vez todos.
Voces que desde siempre parecen guiar el derrotero hacia un futuro incierto y a la vez desafiarlo con trabajo y humildad.
Voces que desde la mismísima historia entrañable de tus claustros y pasillos resuenan y nos emocionan, haciéndonos mudos testigos contemporáneos y protagonistas de ser forjadores de espíritus jóvenes.
Voces que traen luz sobre la oscuridad, conocimiento sobre desazón, esperanza sobre desconcierto y humildad y sabiduría sobre desesperanza y miedo.
Voces de otros –que ya no están- que estuvieron antes de nosotros y forman parte de nuestra historia, la que debemos cuidar y hacer honor a ella.
Voces que regaron con su sabia momentos amargos y con su clarividencia fantástica y solidaria lograron momentos de esplendor de este viejo – nuevo edificio.
El hoy es la consecuencia del ayer. Principio rector de la historia en la vida de los hombres. Nada se hubiera podido conseguir ahora sin antes recorrer las raíces profundas de los principios que han regido a lo largo de todos estos años esta Escuela.
Sentimiento. Emoción. Pasión.
Tres palabras que encierran tal vez la vida misma.
Tres palabras enormes y fantásticas que nos recuerdan a cada instante lo que otros construyeron, pero que aún hoy, como hace 100 años, sigue en pie.

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